ZARAGOZA
Sexta novela de los Episodios Nacionales que nos narra el segundo sitio de la ciudad de Zaragoza por parte de las tropas francesas (enero-febrero 1809).
Personajes: Gabrielillo, Tío Candiola, María Candiola, Agustín Montoria, José Montoria.
FICHA:
Editorial: Destino
Formato: Tapa Dura
Año: 2005
Páginas: 126
Precio: 30 euros
Galdós no deja de sorprendernos novela tras novela y esta de las leídas hasta el momento es la que me ha gustado más con mucha diferencia (y eso que el nivel de las anteriores era altísimo).
Lo que nos narra en esta ocasión es el el segundo asedio de la ciudad de Zaragoza -perfectamente analizado por el periódico Heraldo en conmemoración de Los sitios de Zaragoza. Cuando pensamos en un asedio se nos viene a la mente bombas que caen en cualquier punto de la ciudad, ataques a las murallas que defienden a los vecinos de los invasores, heridos, incluso el hambre. Pero casi siempre nos olvidamos de las epidemias que atacan a una población desnutrida, con cientos de muertos a los que no da tiempo a enterrar porque la ciudad necesita todas las manos posibles para defenderse de los ataques franceses, los cuerpos descompuestos apilados hasta alcanzar la altura de varios pisos junto a las viviendas, bebés apilados junto a sus padres o abuelos en esas piras abandonadas... solemos pensar en los soldados, en los héroes, en los que anteponen el bien general a su propia vida, pero ¿y los que no son soldados, ni héroes? ¿cómo transcurre la vida dentro de una ciudad sitiada? Aquí es donde emerge el enorme genio de Galdós y con una minuciosidad casi quirúrgica nos describe las penalidades que sufren los habitantes de Zaragoza y lo hace a través de una galería de personajes que representan una serie de virtudes y defectos con los que juega a la perfección el escritor canario.
En mi opinión hay dos personajes que representan a la perfección el ideal español y francés que quiere presentarnos el autor: José Montoria y el Tío Candiola. Ambos son personas adineradas de la Zaragoza del momento; el primero cristiano viejo (si, lo mismo que si estuviésemos en pleno siglo XVI con la Inquisición de por medio) mientras que el segundo es un judío (si, estamos en el s.XIX y en España seguían siendo muy mal considerados, al igual que en Francia -famoso es el caso Dreyfus y la defensa que de éste hizo con su famoso J`accuse Émile Zola- Rusia, y resto de países europeos) que ha conseguido su riqueza gracias a los préstamos -los judíos eran los banqueros de la Edad Media y el Antiguo Régimen- concedidos a la población.
Al primero no le importa perder sus riquezas por el bien de Zaragoza; el segundo solo mira por sus intereses y maldice a los franceses por atacar la ciudad y a los zaragozanos por no rendirse.
El primero se arrepiente de sus accesos de cólera y no duda en pedir perdón al Tío Candiola (le dio una buena paliza porque se negaba a vender harina a la ciudad de Zaragoza al precio estipulado por el cabildo) aunque este sea su más antiguo enemigo.
El segundo no acepta ese perdón y además se regodea de su fortuna delante de una población que lo odia.
José Montoria pierde a su hijo y su nieto en la defensa de la ciudad, mientras que Candiola también acaba perdiendo lo que más quiere, sus riquezas. El primero lo da todo por su patria; el segundo los traiciona y les enseña un túnel subterráneo por el que las tropas francesas pasarán y que les servirá para acabar con el asedio.
José Montoria es el ideal de persona, el buen cristiano, el patriota, el español.
El tío Candiola es la codicia, la traición, el judío, el francés.
Y entremedio una historia de amor entre la hija del tío Candiola (María) y el hijo de José Montoria (Agustín). Los Capuleto y los Montesco en versión decimonónica y española. Posiblemente para edulcorar algo la dureza de la narración entremezcla esa historia que es quizá el pico más bajo de la novela.
¿Y Gabrielillo? A parte de ayudar en la defensa de la ciudad realmente su papel es el de cronista del asedio. Podríamos decir que es un corresponsal de guerra que nos describe con todo lujo de detalles la desesperación de la población ante los continuos bombardeos franceses, ante las minas subterráneas que hacen explosionar los edificios, ante la aparición de la fiebre amarilla, ante la muerte de sus familiares... Llega un momento en que nadie conoce a nadie pues tal es el estado en el que se encuentra la población.
El final es grandioso. Agustín es el encargado de capitanear el fusilamiento del traidor Tío Candiola. María reniega de Agustín por no defender a su padre, y finalmente muere -emocionante la escena en la que Agustín y padre la entierran- y un Gabrielillo que sale junto a parte del ejército sin armas de la ciudad de Zaragoza en busca de nuevas aventuras.
Gerona será su próximo destino y allí nos lo encontraremos próximamente.
Sexta novela de los Episodios Nacionales que nos narra el segundo sitio de la ciudad de Zaragoza por parte de las tropas francesas (enero-febrero 1809).
Personajes: Gabrielillo, Tío Candiola, María Candiola, Agustín Montoria, José Montoria.
FICHA:
Editorial: Destino
Formato: Tapa Dura
Año: 2005
Páginas: 126
Precio: 30 euros
Galdós no deja de sorprendernos novela tras novela y esta de las leídas hasta el momento es la que me ha gustado más con mucha diferencia (y eso que el nivel de las anteriores era altísimo).
Lo que nos narra en esta ocasión es el el segundo asedio de la ciudad de Zaragoza -perfectamente analizado por el periódico Heraldo en conmemoración de Los sitios de Zaragoza. Cuando pensamos en un asedio se nos viene a la mente bombas que caen en cualquier punto de la ciudad, ataques a las murallas que defienden a los vecinos de los invasores, heridos, incluso el hambre. Pero casi siempre nos olvidamos de las epidemias que atacan a una población desnutrida, con cientos de muertos a los que no da tiempo a enterrar porque la ciudad necesita todas las manos posibles para defenderse de los ataques franceses, los cuerpos descompuestos apilados hasta alcanzar la altura de varios pisos junto a las viviendas, bebés apilados junto a sus padres o abuelos en esas piras abandonadas... solemos pensar en los soldados, en los héroes, en los que anteponen el bien general a su propia vida, pero ¿y los que no son soldados, ni héroes? ¿cómo transcurre la vida dentro de una ciudad sitiada? Aquí es donde emerge el enorme genio de Galdós y con una minuciosidad casi quirúrgica nos describe las penalidades que sufren los habitantes de Zaragoza y lo hace a través de una galería de personajes que representan una serie de virtudes y defectos con los que juega a la perfección el escritor canario.
En mi opinión hay dos personajes que representan a la perfección el ideal español y francés que quiere presentarnos el autor: José Montoria y el Tío Candiola. Ambos son personas adineradas de la Zaragoza del momento; el primero cristiano viejo (si, lo mismo que si estuviésemos en pleno siglo XVI con la Inquisición de por medio) mientras que el segundo es un judío (si, estamos en el s.XIX y en España seguían siendo muy mal considerados, al igual que en Francia -famoso es el caso Dreyfus y la defensa que de éste hizo con su famoso J`accuse Émile Zola- Rusia, y resto de países europeos) que ha conseguido su riqueza gracias a los préstamos -los judíos eran los banqueros de la Edad Media y el Antiguo Régimen- concedidos a la población.
Al primero no le importa perder sus riquezas por el bien de Zaragoza; el segundo solo mira por sus intereses y maldice a los franceses por atacar la ciudad y a los zaragozanos por no rendirse.
El primero se arrepiente de sus accesos de cólera y no duda en pedir perdón al Tío Candiola (le dio una buena paliza porque se negaba a vender harina a la ciudad de Zaragoza al precio estipulado por el cabildo) aunque este sea su más antiguo enemigo.
El segundo no acepta ese perdón y además se regodea de su fortuna delante de una población que lo odia.
José Montoria pierde a su hijo y su nieto en la defensa de la ciudad, mientras que Candiola también acaba perdiendo lo que más quiere, sus riquezas. El primero lo da todo por su patria; el segundo los traiciona y les enseña un túnel subterráneo por el que las tropas francesas pasarán y que les servirá para acabar con el asedio.
José Montoria es el ideal de persona, el buen cristiano, el patriota, el español.
El tío Candiola es la codicia, la traición, el judío, el francés.
Y entremedio una historia de amor entre la hija del tío Candiola (María) y el hijo de José Montoria (Agustín). Los Capuleto y los Montesco en versión decimonónica y española. Posiblemente para edulcorar algo la dureza de la narración entremezcla esa historia que es quizá el pico más bajo de la novela.
¿Y Gabrielillo? A parte de ayudar en la defensa de la ciudad realmente su papel es el de cronista del asedio. Podríamos decir que es un corresponsal de guerra que nos describe con todo lujo de detalles la desesperación de la población ante los continuos bombardeos franceses, ante las minas subterráneas que hacen explosionar los edificios, ante la aparición de la fiebre amarilla, ante la muerte de sus familiares... Llega un momento en que nadie conoce a nadie pues tal es el estado en el que se encuentra la población.
El final es grandioso. Agustín es el encargado de capitanear el fusilamiento del traidor Tío Candiola. María reniega de Agustín por no defender a su padre, y finalmente muere -emocionante la escena en la que Agustín y padre la entierran- y un Gabrielillo que sale junto a parte del ejército sin armas de la ciudad de Zaragoza en busca de nuevas aventuras.
Gerona será su próximo destino y allí nos lo encontraremos próximamente.
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