Marcovaldo
Publicado en 1963 en la editorial turinesa Einaudi, el libro se compone de veinte relatos dedicado cada uno de ellos a una estación completándose el ciclo en cinco ocasiones. En común tienen al protagonista un peón llamado Marcovaldo.
Personajes: Marcovaldo
FICHA:
Editorial: Libros del Zorro Rojo
Formato: Tapa Dura
Año: 2013
Páginas: 187
Precio: 24,90 euros
Traductor: Juan Ramón Masoliver
Ilustraciones: Alessandro Sanna
Nostalgia es lo que siente una persona adulta cuando lee estos cuentos de Italo Calvino y es que la gran virtud del escritor italiano es devolvernos durante unos instantes aquella inocencia que nos embargaba cuando eramos unos niños. Unos niños que por muy mal que nos fueran las cosas (no nos supiéramos la lección en la escuela, perdiéramos el partido de fútbol que jugábamos en el recreo de clase...) no perdía la sonrisa ni las ganas de que llegara el día siguiente para resarcirse de lo ocurrido el día anterior.
Marcovaldo es el personaje que encarna estos sentimientos; nos encontramos ante una persona entrañable no solo por su forma de actuar sino que también por su forma de ser; y aún cuando todo le salga mal o viva en la pobreza nunca agachará la cabeza; Marcovaldo no hará eso, se limitará a mirar al futuro con ese optimismo con el que solo los ojos de una persona sencilla e inocente se atreve a hacerlo.
La personalidad de Marcovaldo se va fraguando desde los primeros cuentos (son veinte los que conforman la obra estructurándose en cinco ciclos formados cada uno de ellos por las estaciones (primavera, verano, otoño e invierno). Estos cuentos son construidos por Calvino a modo de fábulas de manera que al final de cada uno de ellos el lector puede sacar alguna conclusión de lo sucedido a nuestro protagonista.
A medida que avanzamos en la lectura parece que nos adentramos en la historia de una película italiana en blanco y negro de los años cincuenta. La posguerra fue un periodo en el que en Italia las familias pasaron hambre acentuándose el hecho al tener nuestro protagonista una familia numerosa a la que mantener. Estos hijos en algunos cuentos se convierten en coprotagonistas como aquél en el que Marcovaldo los lleva a la montaña, o aquel otro en el que se dedican a coger de los buzones las propagandas de los detergentes para después venderlas y ayudar a la subsistencia familiar.
¿Me ha gustado el libro? Solo se me ocurre seguir la siguiente fórmula matemática D= V*t
para saberlo.
Donde D (es el disfrute), V (las veces que la releemos) y t (el tiempo que le dedicamos a la lectura de cada cuento), es decir, para disfrutar plenamente de esta colección de cuentos lo mejor es no solo leerlos, sino dedicarles el tiempo que sea preciso para entenderlos y gozarlos y posteriormente pasado un tiempo prudencial (al menos un par de años) volverlos a leer. Yo así lo haré.
Publicado en 1963 en la editorial turinesa Einaudi, el libro se compone de veinte relatos dedicado cada uno de ellos a una estación completándose el ciclo en cinco ocasiones. En común tienen al protagonista un peón llamado Marcovaldo.
Personajes: Marcovaldo
FICHA:
Editorial: Libros del Zorro Rojo
Formato: Tapa Dura
Año: 2013
Páginas: 187
Precio: 24,90 euros
Traductor: Juan Ramón Masoliver
Ilustraciones: Alessandro Sanna
Nostalgia es lo que siente una persona adulta cuando lee estos cuentos de Italo Calvino y es que la gran virtud del escritor italiano es devolvernos durante unos instantes aquella inocencia que nos embargaba cuando eramos unos niños. Unos niños que por muy mal que nos fueran las cosas (no nos supiéramos la lección en la escuela, perdiéramos el partido de fútbol que jugábamos en el recreo de clase...) no perdía la sonrisa ni las ganas de que llegara el día siguiente para resarcirse de lo ocurrido el día anterior.
Marcovaldo es el personaje que encarna estos sentimientos; nos encontramos ante una persona entrañable no solo por su forma de actuar sino que también por su forma de ser; y aún cuando todo le salga mal o viva en la pobreza nunca agachará la cabeza; Marcovaldo no hará eso, se limitará a mirar al futuro con ese optimismo con el que solo los ojos de una persona sencilla e inocente se atreve a hacerlo.
La personalidad de Marcovaldo se va fraguando desde los primeros cuentos (son veinte los que conforman la obra estructurándose en cinco ciclos formados cada uno de ellos por las estaciones (primavera, verano, otoño e invierno). Estos cuentos son construidos por Calvino a modo de fábulas de manera que al final de cada uno de ellos el lector puede sacar alguna conclusión de lo sucedido a nuestro protagonista.
A medida que avanzamos en la lectura parece que nos adentramos en la historia de una película italiana en blanco y negro de los años cincuenta. La posguerra fue un periodo en el que en Italia las familias pasaron hambre acentuándose el hecho al tener nuestro protagonista una familia numerosa a la que mantener. Estos hijos en algunos cuentos se convierten en coprotagonistas como aquél en el que Marcovaldo los lleva a la montaña, o aquel otro en el que se dedican a coger de los buzones las propagandas de los detergentes para después venderlas y ayudar a la subsistencia familiar.
Por supuesto que parece que Marcovaldo es el típico personaje perdedor al que casi todo lo que puede salirle mal acaba ocurriéndole, pero Calvino sabe jugar perfectamente con los sentimientos no solo de los personajes sino que también con los de los lectores y de vez en cuando nos regala algunas excepciones como la que sucede en el cuento nº8 "El bosque de la autopista" donde parece que va a ser detenido por la policía y acaba salvándose de dormir en la comisaría.
Por otro lado encontramos una serie de cuentos que de realistas que son nos llegan a parecer surrealistas
como el cuento titulado "La parada equivocada" queen mi opinión es el mejor de todos. Marcovaldo va al cine un día de invierno donde se evade del aburrido mundo en el que vive, pero cuando sale se topa con la dura realidad. Un día al salir del mismo, la ciudad está bajo una niebla densa que no deja ver absolutamente nada de manera que coge el tranvía a su casa sin saber que se ha equivocado, el desenlace no lo destripo pero me gustaría comentar que por momentos parecía estar leyendo a Kafka (Marcovaldo anda perdido en una ciudad a oscuras por culpa de la niebla, sin saber donde se encuentra) para acabar por desmarcarse de esa presión tan asfixiante que la narración ejerce sobre el lector redondeando el cuento con un final inesperado.
Es evidente que los veinte cuentos los escribió en un periodo largo de tiempo (más de diez años) de manera que las narraciones abarcan un periodo extenso de la historia de Italia, de manera que nos encontramos con los primeros en los que el protagonista es el hambre en la población (la posguerra italiana); y otros que nos describen las vivencias de la familia de Marcovaldo durante el desarrollismo en la que se fomenta el consumismo (" Luna y Gnac", "Marcovaldo en el supermercado", "Humo, viento y pompas de jabón", y el sublime "Los Hijos de Papá Noel") y que muestran aún con más melancolía a un pobre Marcovaldo que parece no haber evolucionado económicamente al mismo ritmo que la sociedad italiana.
¿Me ha gustado el libro? Solo se me ocurre seguir la siguiente fórmula matemática D= V*t
para saberlo.
Donde D (es el disfrute), V (las veces que la releemos) y t (el tiempo que le dedicamos a la lectura de cada cuento), es decir, para disfrutar plenamente de esta colección de cuentos lo mejor es no solo leerlos, sino dedicarles el tiempo que sea preciso para entenderlos y gozarlos y posteriormente pasado un tiempo prudencial (al menos un par de años) volverlos a leer. Yo así lo haré.
Hoy tuve una especie de visión en donde mi mente repetía I. Marcovaldo...
ResponderEliminarMis búsquedas me llevaron aquí. Ahora quiero conseguir el libro.