Novela escrita por la norteamericana Betty Smith en 1943 nos narra la vida de una familia hija de inmigrantes en las primeras décadas del siglo XX.
Personajes: Francie, Neely, Katie, Johny.
FICHA:
Editorial: Lumen
Formato: Tapa Blanda
Año: 2008
Páginas: 512
Precio: 21,90 euros
Traductor: Rojas Clavell
En un momento tan crítico como el que estamos viviendo con más de seis millones de desempleados este libro de Betty Smith nos deja un poso de esperanza al finalizar su lectura. Podría parecer que la historia resulta aburrida o ñoña por todo cuanto describe la autora pero nada más lejos de la realidad. La historia de la familia Nolan vertebra la novela con la niña Francie como protagonista. Esta familia es la primera generación de norteamericanos cuyos padres emigraron años atrás, de manera que socialmente están un escalón por encima que aquellos emigrantes que acaban de llegar a los Estados Unidos aunque en el aspecto económico se sitúen en el mismo; a pesar de ello esta familia representa "el sueño americano", pues en varias ocasiones hacen referencia a las posibilidades de ascenso que tienen los personajes en Estados Unidos si lo comparan con el viejo continente; además los protagonistas -sobre todo Katie y Francie- hacen continuamente hincapié en conseguir sus objetivos basándose en dos pilares fundamentales: el esfuerzo y la educación. El primer pilar está al alcance de la mano de cualquier persona sea cual sea su condición; el segundo aunque parezca una paradoja en Estados Unidos -allí la educación era gratuita- era más complicado de conseguir porque los emigrantes que llegan a Estados Unidos son pobres de manera que en cuanto los niños cumplen los catorce años dejan de estudiar para ayudar con su trabajo económicamente a su familia. En el caso de la familia Nolan, Katie -la madre- es quien tiene una visión a largo plazo: si en un futuro sus hijos quieren no solo sobrevivir sino que además pretenden llevar una vida con cierto desahogo económico necesitan imperiosamente dedicarse a los estudios, de manera que desde pequeños inculca a sus hijos Neely y Francie el hábito de la lectura pues todas las noches les lee un hoja de la Biblia y otra de las obras completas de Shakespeare hasta que ellos mismos son capaces de hacerlo por sí mismos. Además no ceja en su empeño de incitarles desde pequeños en que tienen que estudiar una carrera universitaria para situarse socialmente. Quizá este empeño de Katie se produce porque ella es la única persona de su familia consciente en todo momento de la pobreza en la que viven:
"Están encantados con todo esto. Están contentos con el árbol que han ganado sin tener que pagarlo, y con su padre jugando y cantando, y los vecinos llenos de alegría. Están convencidos de que es una suerte estar vivos y de que es Navidad otra vez. No ven que viven en una calle inmunda, en una mísera casa, entre gentuza. Johnny y los niños no comprenden lo lastimoso que resulta que los vecinos tengan que sacar felicidad de tanta mugre y porquería..."
Es evidente que Katie no quiere para sus hijos la misma pobreza que la que por desgracia se en sumidos ellos mismos, sus parientes y amigos (que por cierto escasean a lo largo de la novela).
Luego tenemos a Johny -marido de Katie y padre de Neely y Francie- que poco tiene que ver con el resto de la familia. Podríamos decir que es un fracasado y consciente de ello pero que lejos de luchar por dejar de serlo se acomoda a la situación. De todas formas ese conformismo que caracteriza a Johny contrasta con el amor que siente por su esposa e hijos -especialmente Francie- por lo que en lo afectivo es fundamental para el sostenimiento de la familia.
Sus problemas para encontrar trabajo lo abocarán al alcohol aunque en sus borracheras nunca discuta con nadie y siga teniendo un trato amable con el resto de personas.
Francie, nuestra protagonista, nos dará una visión infantil pero a la vez madura de lo que era la vida en el Brooklyn de principios de siglo. Sus anhelos, aspiraciones y sentimientos recorren toda la novela hasta conseguir que nos sintamos totalmente identificados con ella.
Del resto de familiares destacar a la tía Sissy. La descripción que nos hace la autora de ella parece presentarnos a una mujer que solo busca el sexo en los hombres pero finalmente nos descubre realmente lo que le ocurre al personaje: tiene un instinto maternal tan grande que lo único que desea es tener hijos pero cada vez que nace uno, muere a las horas por lo que echa las culpas a sus amantes abandonándolos por otro así hasta diez partos frustrados (aunque nacen vivos mueren a las pocas horas). En el undécimo parto nos llega la explicación: por primera vez el parto se produce en un hospital y no en casa con una comadrona. El niño nace amoratado y cuando parece que será en pocas horas otro niño muerto, el médico dice las palabras clave para entender la muerte de los otros diez: "¡Rápido oxigeno!". Inmediatamente el niño recupera el color y sobrevive quedándonos constancia de la importancia que tenía el ir al hospital cuando una mujer estaba de parto (situación muy mal vista por las mujeres de la época).
"Un árbol crece en Brooklyn" es en definitiva uno de esos libros que acabarás por recomendar a familiares y amigos.
Os dejo un booktrailer de esta magnífica novela:
FILMOGRAFÍA:
Esta cinta fue dirigida por el genial Elia Kazan en 1945, es decir, tan solo dos años después de la publicación de la novela. En España llevó por título "Lazos humanos" y fue protagonizada por Dorothy McGuire, James Dunn (oscar al mejor actor secundario), Joan Blondeli, Peggy Ann Garner y Lloyd Nolan.
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