La novela de la que tratamos es la escrita por Alexander Lernet-Holenia: El Estandarte. El autor es austriaco, nacido en Viena en 1897 y muerto en 1976 por lo que lo que nos describe en la novela lo ha vivido en primera persona. La escribe en 1934.
Ambientada en la I Guerra Mundial, el eje sobre el que gira la novela es el Imperio Austro-Húngaro que está en proceso de descomposición Es en la descripción de la marabunta de naciones que componían el Imperio y lo complicado que era el mantenimiento de su unidad en lo que realmente resulta interesante la novela y es que no tenemos que olvidar que el Imperio estaba formado por italianos (Trieste), rumanos, serbocroatas, eslovenos, ucranianos, polacos, eslovacos, magiares, checos y alemanes.
Mientras que en lo religioso convivían católicos, protestantes, ortodoxos, musulmanes y judíos.
Evidentemente esta mezcolanza hace que fuera casi imposible la convivencia pacífica y en ello se explica que el desencadenante de la Gran Guerra se produjera en Sarajevo aquel fatídico 28 de junio de 1914 con el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria heredero de la corona imperial por parte de un miembro de "la Joven Bosnia" organización que luchaba por la independencia del territorio bosnio del Imperio.
Pero vayamos un poco más atrás en el tiempo y preguntémonos ¿cómo fue posible que el Imperio no explotara en mil pedazos hasta 1917 ? Bien, si no lo hizo antes fue porque la administración imperial era consciente de que era fundamental un gobierno fuerte que controlara cualquier conato de levantamiento a través de un poderoso ejército. De esta manera cualquier rebelión era rápidamente reprimida y por tanto se solucionaba el problema. Bueno realmente lo que ocurría era que se echaba tierra sobre el problema pero éste seguía latente esperando su ocasión para explotar aún con más fuerza.
En este contexto encontramos la parte más interesante de la novela -página 95 en la edición publicada por Libros del Asteroide- donde se describe el momento en el que las tropas formadas por una soldadesca tan heterogénea decide no seguir las órdenes del Estado Mayor Austriaco y decide marchar a defender sus tierras que están siendo atacadas por las tropas de la Triple Entente. Es decir, desde Viena en plena Guerra se cree que el ejército defenderá la idea imperial y aparcará las diferencias entre las distintas nacionalidades que conforman el Imperio, pero esto no sucede. Los bosnios, los serbios, los húngaros, los ucranianos... todos los soldados que forman el ejército imperial cuando se encuentran que tienen que elegir entre defender la idea de unidad imperial y por tanto al emperador que después los reprime y defender aquellas tierras de donde son y que forman parte de la periferia imperial, no tienen dudas y eligen la segunda opción por lo que la derrota es impepinable.
Un último aspecto interesante de la novela es la descripción que realiza el autor del enfrentamiento bélico. De este modo nos presenta la I Guerra Mundial como un conflicto que nada entre las antiguas y nuevas técnicas militares. Por ello sorprende que asistamos a cargas de la caballería austriaca y a la vez nos estremezcamos con el uso de armas químicas de manera indiscriminada que diezman a los ejércitos. Está claro que estamos en el final de una época y al principio de otra y que quien antes se adapta a las nuevas técnicas militares más probabilidades de victoria tendrá, por esto -entre otras muchas razones- fue fundamental la entrada en la guerra de los Estados Unidos, pues utilizaba gran cantidad de las nuevas armas que se estaban creando gracias a su poderosa industria que ya por esos años era la más avanzada del mundo ocupando el puesto que hasta ese momento había mantenido Gran Bretaña.
Para narrarnos estos acontecimientos históricos Lernet-Holenia utiliza a una pareja que vive una historia de amor que como pueden comprobar no describo porque desde mi punto de vista resulta soporífera. Sin duda lo peor de la novela.
Eso si, como novela bélica nos encontramos ante una muy interesante que además nos aporta el punto de vista de un Estado al que apenas prestamos atención cuando estudiamos la I Guerra Mundial.
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