Vamos a ir rapidito porque esta novela de Tom Sharpe no merece mucho más, y es que básicamente nos encontramos ante un calco de Wilt; quien haya leído ésta última habrá leído la mayor parte de la obra de Sharpe.
El esquema se repite: un asesinato no realizado, una policía que cree que si que lo ha habido, una mujer que busca sexo desesperadamente (en este caso las de la familia Grope para mantener el apellido familiar), nada nuevo bajo el sol y eso que han transcurrido entre las dos novelas 33 años (1976-2009).
Lo único que realmente merece la pena son los primeros tres capítulos en los que Sharpe hace la crónica de la familia Grope desde la Edad Media hasta nuestros tiempos con cierta ironía y su típico humor inglés.
En cuanto al argumento, la novela nos narra la historia de una antigua familia inglesa en la que la matriarca desde tiempo inmemorial es la cosa más fea que un hombre se puede echar a la cara. El objetivo de estas matriarcas es tener descendencia y a ser posible deshacerse de los varones. Estos hechos se repiten hasta que llegamos a la actualidad, momento en el que comienza el plagio de Wilt.
En cuanto al desenlace decir que en las últimas páginas se precipitan los acontecimientos sin lograr cerrar la novela.
Tiempo perdido en leerlo y en escribir estas líneas (aunque sea un año y pico después de haberlo sufrido). Mejor lean otra cosa.
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