Rebuscando entre mis notas me encuentro con las que tomé mientras leía "En el café de la juventud perdida" de Patrick Modiano más o menos hacia noviembre de 2014. Imagino que comencé su lectura animado por el reciente premio Nobel que le había sido concedido apenas un mes antes.
Me resultó curioso un aspecto de la novela, o mejor dicho de la obra de Modiano, y es que lo que realmente me gustó no fue su trama sino la forma de escribir que tiene el francés. Te atrapa la forma en la que describe las distintas situaciones que viven los personajes y sobre todo la manera en la que consigue envolver al lector en el ambiente burgués del distrito XVI de París. El argumento es secundario -en ocasiones un tostón de categoría- pero son tan evocadoras sus descripciones -como por ejemplo la de los cafés parisinos en días lluviosos- que la trama acaba por no importarte.
Utiliza un recurso muy usado por otros escritores para que conozcamos a sus personajes desde distintos puntos de vista, y éste es el de cambiar de narrador en cada uno de los capítulos, de esta manera pasan a ser descriptores de la realidad desde un detective a la protagonista Louki.
En muchas ocasiones he leído que Modiano escribe de una forma parecida a Michon -o viceversa- a mi sinceramente me gusta más el segundo aunque es mucho más fácil de entender el primero; pero lo que está claro es que ambos utilizan la palabra con una precisión, un dominio y una elegancia que los colocan entre los grandes autores de la literatura francesa actual.
En definitiva, solo puedo recomendar esta novela a aquel que quiera disfrutar con la forma tan elegante de escribir que tiene Modiano; el que quiera una buena historia que busque otro autor porque éste no es el suyo.
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